....vi a lo lejos como él abría la puerta de hierro de la valla que rodeaba la urbanización residencial en la que yo vivía, corrí detrás con sigilo. Traspasó el umbral, recé por que la puerta se hubiera quedado entrebierta, pues, mierda! yo no tenía la llave, tan sólo la tenía él!, y dejó la puerta muy bien cerradita....ags! Sin pensarlo dos veces escalé entre los huecos cuadrados de la puerta y me alcé en lo alto de la valla, Allí estaba él, en el medio del camino de tierra cubierto de hojas hablando por el móvil, ayudado por la confidencialidad de la soledad de la media noche, de espaldas a mi, junto con Sirka, mi perra....
afiné el oído, joder! no entendía nada de lo que decía!. Y se estaba alejando camino arriba! el estruendo de una persiana de la casa de al lado hizo que perdiera el equilibrio y casi caigo de bruces contra el suelo, temiendo ser vista por alguien, igual que si fuera una delincuente. Entonces fui consciente de lo que estaba haciendo...que diantres hacía allí colgada de una valla?
Cómo es posible que una mujer de cuarenta años, madre de familia, con un vida burguesa de lo más normalita, a la que le asustaban las alturas desde la niñez, estuviera en medio de una persecución espiando los pasos de su marido, arriesgando su integridad física y su imagen convecinal?...
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